El ataque del compasivo agresivo

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Mi vida es así, llena de luz, llena de color.

Viernes, Hipercor.

Un conocido, amigo de un amigo, se entera de que he tenido una racha de coco y huevo y me llama para animarme. Para ser empático y eso.

Antes de esa llamada, sólo nos habíamos visto una vez en persona y charlado un par de veces por Facebook –ese invento del demonio-.

-Yo cuando te vi –me suelta el nota, tras contarle lo de la depre, el hospital y la orgía de autodestrucción en la que, en fin, me he visto envuelta-, me dije, ‘Yo con esa tía no me lío ni loco’.

“Más quisieras”, pensé, mientras consultaba las calorías de las patatas fritas. Pero, como soy de natural amable, inquirí un inocente: “¿En serio?”

-Sí, porque eres la típica tía que busca siempre relaciones problemáticas y, la verdad, yo paso… -¡él pasa!-. A ver, ¿a que nunca te juntarías con un tipo con yo?

-No lo dudes.

-Ni con mi amigo Zutanito.

-Puagh.

-¿Lo ves? ¿Por qué? Porque somos los dos muy buena gente.

(Ya. No porque no os encuentre atractivos, tú seas un pretencioso; tu amigo, un pedante, y encima –y para colmo-, vayas de gracioso y adobes tus frases con frecuentes  ‘Mi alma’, esa expresión –entre todas- que despierta mi libido de manera irrefrenable e instantánea).

-Mmm… no. Porque yo he estado con tipos que eran también muy buena gente. Lo único es que no los he pillado en su mejor momento.

-¿Lo ves? Abocada al desastre. Y es inútil que vayas al loquero o que hagas lo que quieras, porque seguirás escogiendo al mismo tipo de tíos…

(Perdona, ¿te conozco?)

-Pues me niego a pensar que voy a seguir repitiendo un patrón que me hace sufrir.  Creo que es perfectamente viable cambiarlo.  Hay gente que ha salido del caballo.

-Eso es demagogia –uy, la excusita-. No tiene nada que ver el caballo con el amor, algo que no puedes controlar.

-Sí, el amor, esa cosa que no tiene nada que ver con una adicción. Además- ¿por qué no le cuelgo, por qué no le cuelgo, por qué no le cuelgo?-, ya te he dicho que mi sentido arácnido no siempre se ha fijado en perturbados…

-Bueno, pero aun así… incluso aunque lo consigas… luego viene la segunda parte, que es incluso peor y que no me atrevo a contarte por teléfono.

-Pues en persona, lo veo difícil.

-Jajaja… No, en serio, eso te lo contaré algún día en persona porque así por teléfono… me es violento…

-Claro, claro. Lo entiendo.

-Bueno, esta sesión te sale gratis, ¿eh? La próxima te la cobro… jajaja.

-Lo tendré en cuenta.

-Bueno, que aquí estoy para lo quieras. Llama cuando sea, ¿eh?

-No lo dudes. Cada vez que me sienta flaquear.

La pregunta es por qué.

Por qué a mí.

Por qué.

Un comentario »

  1. Un cretino de proporciones catedralicias. ¿Cabe tanta memez en un solo cráneo?

    ¿Quieres que me encarge de él?

    Algo profesional, prometo entusiasmarme poco

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  2. Bestia parda con gafas de pasta

    Fuiste demasiado compasiva con el compasivo-agresivo. La respuesta directa habría sido: porque no me pones, colega. Que se compre lubricante y se masturbe. Será menos incisivo, pero dormirá mejor.

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  3. Ma quedao muerta !!!!!!!!!!!!! Cuanto capullo suelto con un móvil a mano 🙂
    Kiss, kiss

    A. de a.

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  4. Espero que el «compasivo agresivo» sepa de la existencia de su blog y lo visite regularmente

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  5. No estaría mal, eso, Herr Professor. Un espejo.

    (Espejo. Espere un momento. Me asalta una duda digna de relato: Los vampiros, ¿no se reflejan en los espejos, o es que no quieren, o no son capaces de mirarse en ellos? Anoto, pero lo mismo Usted, Hermanastra, lo redacta mejor: Suyo, si lo quiere).

    Si me hace el favor, Lovely, déjenos ese placer a los biólogos. Cuando actuamos luego parece que ha sido la Madre Naturaleza, y casi nadie pregunta.

    Y en fin. Nadie está libre de la idiotez, y me temo (sinceramente, me temo) que todo el mundo hemos dicho, alguna vez, una de ese calibre. El paso de los años puede ir paliando el problema, al darnos cuenta de que no tenemos categoría moral para ser jueces de nadie.

    Mmm. Bueno, a lo mejor de ESE calibre, no. Espero que no.

    Eso sí: a pesar de todo no pierde Usted el humor. Y se lo agradecemos. Vaya que sí.

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  6. Por cierto, y disculpen el recomentario:

    Lo mejor después del «Era un zorrón del orinoco, la odiábamos» o el «Te has librado de ese cretino de mierda al que ninguna podíamos ver» es el anuncio de la reconciliación (efectiva o fingida, sólo para ver las caras).

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